marzo 30, 2016

Estelita y Don Goyo



Más emocionada que quinceañera de rancho a punto de recibir su primer beso, bajó Estelita a recibir a don Gregorio el dueño del edificio donde ella vivía.
Llegó el hombrecito vestido al estilo pachuco y oliendo intensamente a pachuli.
"Doña Estelita, le invitaría un café en el restaurante de la esquina, pero hace mucho frío, y como no quiero que tan bella dama se me vaya a resfriar, prefiero que usted me lo invite en su hermoso departamento que yo tengo a bien rentarle a un módico precio", dijo don Gregorio.
"Bueno, tanto como módico precio, No, pero s
í, es bonito el departamento" contestó Estelita.
Subieron, se acomodaron en un mullido sofá y se dispusieron a tomar el aromático café que sirvió Estelita. El señor metió la mano a la bolsa de su saco mientras Estelita lo miraba ilusionada, esperando ver lo que él sacaría... Mire le dijo él, sabiendo que no podríamos salir de paseo, le traje esta pequeña bolsita de ricas galletas de animalitos. (Plop)
Después de varios meses y muchos tarros de café invitados por Estelita... y las pequeñas bolsas de galletas de animalitos que solía llevar don Goyo, por fin éste se atrevió a pedirle matrimonio a su inquilina.
A Estelita se le subió la bilirrubina, o la presión o que sé yo, pero en ese momento, ella sentía que flotaba, que el estómago se le hacía chiquito y el corazón palpitaba con tal fuerza, que si no se ponía la mano en el pecho, este se le saldría.
"Sí, si quiero casarme con usted", dijo la enamorada cincuentona, y acto seguido, extendió la mano esperando que él le pusiera el anillo de compromiso.
Él le tomó la mano, le plantó un beso y le dijo: "bien, esperaba esa respuesta, ahora para sellar nuestro compromiso, prepare una rica cena, porque hasta hoy, lo único que he probado de usted, es su café, muy delicioso, por cierto".
Cabe señalar que don "Goyo", -así le llamaban todos en el barrio-, era dueño del edificio con doce departamentos, una gran tienda de abarrotes, dos pulquerías y una taberna. Pero era más codo que todos mis amigos regiomontanos juntos!
Y que se llega el día de la boda!
Doña Estelita toda emperifollada con sus mejores trapitos, un trajecito tipo sastre color crema que alguna vez le regalaron, porque don Goyo no le compró vestido de novia.
Llegó él, media hora antes de lo previsto, con su traje de pachuco, su cabello peinado con abundante vaselina, sus zapatos de dos colores y oliendo... No, más bien, apestando a un fuerte olor a pachuli.
Doña Estelita, al fin mujer enamorada y además agradecida de que don Goyo se hubiera fijado en ella porque ya se sentía "quedada", lo miró con esos ojos que solemos poner las mujeres cuando nos enamoramos hasta las chanclas y aunque el susodicho sea un ugly fat man , nosotras lo vemos como el más bello príncipe.
No hubo invitados, solo los testigos, y eso porque de no llevarlos, tenían que pagar a los "voluntarios" que suelen estar fuera de las oficinas del registro civil en el DF. Don Goyo dio las gracias a los testigos, (los cuales esperaban que al menos les invitara un tarro de pulque) y se despidió de ellos. Se llevó a la novia caminando, "porque hay que saber admirar las bellezas naturales", según dijo él.
Llegaron a casa, un pequeño cuartito que habitaba don Goyo en la parte trasera de la tienda de abarrotes. Al principio, a Doña Estelita le pareció muy romántico su "Nidito" de amor, pero al pasar los días empezó a sentirse incómoda y le pidió a su esposo que mejor se mudaran a su departamento, pero ya don Goyo lo había rentado a un joven matrimonio. Lo peor, que también había despedido al dependiente de la tienda, pues siempre sospechó que le robaba, y además, ahora la tenía a ella para que le ayudara a atender el negocio.
Cada fin de mes don Goyo hacía las cuentas de todos los negocios y cuando no obtenía el rendimiento que deseaba, reducía el dinero que le daba a Doña Estelita para la comida.
Por supuesto que ella, acostumbrada a trabajar y vivir cómodamente, empezó a protestar. Su socia también le reclamaba sus constantes faltas y desatención al negocio que ambas tenían. "Es un viejo avaro, no sé cómo pude casarme con él", se quejaba Doña Estelita ante su socia. "Puedes divorciarte", le decía su amiga. "NO! Jamás seré una mujer divorciada, ya veré qué hago". Una mañana salió Doña Estelita y muy contenta saludaba a sus vecinos, ellos empezaron a cuchichear: "ah, quien viera al viejo Goyo, miren que cara de satisfacción de la mujer, ella antes ni nos miraba". Unas horas más tarde, la noticia corrió como reguero de pólvora, don Goyo fue encontrado muerto en su tienda de abarrotes, al parecer fue un infarto, decían algunos vecinos. Estelita lloraba desconsoladamente, todos se compadecían de ella... "Pobre mujer, cuando por fin encontró un hombre que se fijó en ella, la muerte bien pronto se lo arrebató".
Después del funeral, Estelita se mudó a un bonito departamento ubicado cerca de su negocio. Pasado el tiempo requerido, se decretó que, al no existir ningún pariente que contestara a los edictos que se habían publicado, ella quedaba como única y absoluta dueña de todas las propiedades de su difunto marido.
Parada frente al espejo, sintiéndose triunfadora y sonriendo malévolamente, Estelita sostenía entre sus dedos un pequeño frasco en cuya etiqueta se leía: "Cicuta".

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De esposa a suegra



Toda mujer, al divorciarse, enviudar o separarse de su pareja, tiene derecho a reahacer su vida, pero... Qué hay si tiene hijos, o hijas?
Hace unos 20 años conocí un caso muy de cerca, una de mis amigas quedó viuda cuando sus dos pequeñas hijas tenían seis y cuatro años de edad.
Ella estaba desconsolada, todo le recordaba a su difunto esposo, así que decidió vender la casa e irse a radicar a otra ciudad. Después de un año conoció a un rico empresario y muy pronto formalizaron su relación y a los dos años de haber quedado viuda, se casó con dicho empresario. Las niñas, ahora de ocho y seis años de edad, estaban encantadas con su nuevo papá y él, parecía quererlas mucho. Todo iba perfecto, mi amiga se embarazó y tuvo dos hermosos niños. Cuando la hija mayor cumplió sus xv años, el empresario le dio como regalo un viaje al extranjero. La mamá de la chica, aprovechó para comprar ropa y "chucherías" y luego venderlas con sus amistades. El negocio le dio buen resultado, tanto, que ella cada seis meses viajaba al extranjero para surtirse de productos. Cuando la hija mayor cumplió 18 años, le prepararon una muy bonita fiesta, hubo mariachis, tríos, grupos de música moderna, bueno, echaron la casa por la ventana. Mi amiga, a la cual llamaré Chío, para que nadie se entere que se llamaba Rocío... (jajajaja por supuesto que no se llamaba así), bueno, decía que Chío y yo, teníamos una amiga en común (de esas amigas medio metiches, medio chimosillas y medio loquillas que casi todas solemos tener, porque de no ser así, sentimos que algo nos falta en la vida, ajá), pues esa linda amiga, empezó a notar "cosas raras" entre el esposo de Chío y la hija mayor de ésta. Lógicamente que cuando me lo dijo, casi me le voy a la yugular diciéndole: "eres una víbora, como te atreves a manchar con tus negros pensamientos esa sacrosanta relación de padre e hija que hay entre ellos?" Ella, algo avergonzada, lo cual no le duró más de dos minutos, me dijo: "quizá tengas razón, pero estoy segura que hay algo entre ellos".
Seguimos reuniéndonos como siempre y un día, la chismosa, digo, mi otra amiga, que le expone su duda a, quién creen? Pues sí, a la Chío! Y bueno, ni les cuento como reaccionó, casi sacó de los pelos, sí, dije pelos, no cabellos, a nuestra lindísima amiga.
Pero perseverantes como suelen ser esas hermosas amigas que quieren arreglar la vida de todos, sin darse cuenta que la suya está más enredada que estambre que jugó el gato, Emily (así le digo, pero no crean que se llama Emilia), se dedicó a hacerla de detective y una mañana que llama a nuestra querida amiga Chío, desde un conocido hotel que no diré el nombre, pero se llama igual que un fraccionamiento, aunque eso no importa. Emily le dijo a Chío: "quieres comprobar que no te mentí sobre tu marido y la p... de tu hija? Ven en este momento al hotel (....)". Y pues, ya con la duda dentro, Chío se levantó, se vistió rápidamente y ahí va rumbo al hotel. Por supuesto que Emily también me llamó y pues, ese chisme no me lo podía perder. Aclaro, no porque sea yo chismosa, no, que va, es porque siempre tuve el deseo de ser algo así como reportera de espectáculos (jajajajaja ni yo me la creo). Bueno, siguiendo con el cuento, o lo que sea, llegué un poco tarde, ya Chío había encontrado a dos de sus más grandes amores haciendo lo que ustedes se están imaginando, ya le había dado el tramafat y para rematar, le había puesto dos buenas bofetadas a la pobre Emily.
La abofeteada y yo, la llevamos a su casa, ya estando ahí, no supimos cómo ni de dónde, salió el esposo de Chío, nos pidió que los dejáramos a solas, pues necesitaba hablar con Chío. Ella le dijo: "no, ellas son mis amigas y lo que tengas que decir, dilo frente a ellas".
El hombre le dijo: "lo siento, pero quiero que me des el divorcio, me casaré con tu hija, quédate con todo, pero tu hija se queda conmigo". Luego, dirigiéndose a la puerta, nos dijo: "ya hablé con mi madre y la madre de ella, llegan mañana, mientras, ustedes cuidenla, ya que ustedes fueron las que ocasionaron esto". O sea, what?
Chío cayó en un estado de depresión muy fuerte, su suegra y su mamá estuvieron con ella unas semanas , pero poco ayudaron, discutían mucho entre ellas, aunque la mamá del hombre reconocía que su hijo había cometido un grave error, no dejaba de culpar a Chío por los viajes que hacía al extranjero. Lógicamente la otra señora defendía a su hija y maldecía al que hasta unos días antes había dejado de ser su yerno para convertirse en... su nieto!
Pasaron algunos meses, Chío por fin reaccionó, vendió todo y se fue para San Diego.
Tres años después, me encontré en el super con el antes esposo y ahora yerno de Chío y la hija de ésta, me saludaron amigables, como siempre, me presentaron a su bebé, el más hermoso bebé que yo haya visto antes! Fue breve el encuentro, nos despedimos y no volví a saber más de ellos hasta hace unos días. Solo lo vi a él, viejo, flaco, cansado y sin ilusiones... "Estuvo conmigo cinco años" me dijo, "conoció a uno de su edad y se fue con él. Dice que me odia porque yo le robé su adolescencia y parte de su niñez". Y yo con cara de what, le pregunto: "quiere decir qué?... me contesta: "sí, desde que ella tenía doce años".
Me pregunto, qué pasó? Chío era una excelente mamá, cómo es posible que no se haya dado cuenta de lo que estaba sucediendo entre su hija y su esposo?
Exceso de confianza? La cegaba el amor? Creo que eso, ni ella sabría contestarlo, o, tal vez, sí.

Lucrecia




Lucrecia, de 50 años de edad y 30 de casada, visitó a su médico porque sus malestares de la pre-menopausia se habían agravado, según ella. Así que el médico le mandó a realizar unos estudios de laboratorio sólo para tranquilizarla, pero... Cuál sería la sorpresa, más que nada para ella.
"Estás embarazada" le dijo el médico. Ella, casi se desvanece al escuchar aquello. "No, no, no, debe haber un error, tal vez la gente del laboratorio confundieron los exámenes, que sé yo, pero ese resultado no es mío!". Pidió que le diera otra orden para que se los realizaran en otro laboratorio, pero al auscultarla, el médico le confirmó que sí era embarazo.
Lucrecia, quedó petrificada, no entendía por qué le estaba pasando eso a ella, de pronto miró al doctor y le dijo: "no quiero tener a este hijo, tengo 50 años, no tendré la energía, ni las ganas, ni la paciencia para cuidarlo. Tú eres mi amigo y conoces mis planes... jubilarme, divorciarme y dedicarme a viajar por el mundo, que para eso he trabajado muy duro y he ahorrado hasta lograr un buen capital".
"Habla con tu esposo", le dijo el dr. "Él tiene derecho a saber lo que está sucediendo".
"Noooo, el menos que nadie lo debe saber!"
"Qué hiciste, Lucrecia?"
"Bueno, tuve una aventura sin importancia!"
"Tan sin importancia que estás embarazada", le dijo el médico.
"Tú eres mi amigo, por favor ayúdame, practícame un aborto".
-"No me pidas eso, yo me dedico a salvar vidas, no a exterminarlas".-
"No jodas, esto aún no es una vida", dijo ella.
"No dejes que tu desesperación te haga hablar como una ignorante, tú sabes que desde el momento que lo concebiste, ya era una vida", contestó él.
Esa noche, Lucrecia no pudo dormir, por la mañana llamó a su asistente y le dijo que cancelara sus actividades, ese día no iría a la oficina.
Había pedido cita con otro ginecólogo, llegó puntual y el médico en seguida la atendió.
Brevemente le comentó por lo que estaba pasando y le pidió que le practicara un aborto.
El médico le preguntó:"qué o quién es a quien usted más ama en la vida?"
"Bueno, a mis hijos, a mis nietos y a pelusa, una gatita que me regaló una de mis mejores amigas".
"Ok, quizá le suene cruel lo que le voy a pedir, pero es el precio que pondré por practicarle el aborto".
"Qué es doctor, dígame y yo lo hago con tal de deshacerme de este problema".
"Vaya y administrele este veneno a su mascota, cuando haya muerto, me trae el cuerpo y yo le practico su aborto".
"Queeeee?!! Está usted loco? Como pretende que mate yo a mi gatita?
Es muy grave lo que me está pidiendo, lo voy a denunciar!"
"Más grave es lo que pretende hacer usted, señora! Se escandaliza al saber que alguien quiere acabar con la vida de su mascota y usted quiere matar a su propio bebé".
Lucrecia, no supo qué decir, se quedó peor que cuando el otro médico dijo que estaba embarazada.
"Venga, recuéstese aquí, le haré un ultrasonido".
"Usted tiene casi 4 meses de embarazo, cómo es que no se había dado cuenta?"
"Creí que era la menopausia".
"Quiere ver a la bebé?" le preguntó el dr.
Cómo, ya pudo ver el sexo?"
Él le pidió que mirara al monitor y le empezó a mostrar a la bebé.
La cara de Lucrecia empezó a mostrar cierta emoción.
Dr: "Tiene hijas?"
Ella: "No, solo dos varones".
Dr: "Aún sigue pensando en matarla?"
Ella: "No lo diga de esa manera, se escucha horrible!"
"Pues eso es lo que hace quien se provoca un aborto, matar a su bebé". Contestó él.
Al llegar a su casa, Lucrecia aún no había decidido qué hacer, se recostó en su cama y de pronto, miró un marco donde estaban las fotos de sus nietos. Luego, miró las fotos de sus hijos y recordó cuando estuvo embarazada de cada uno de ellos, la ilusión y entusiasmo con el que los esperaba, lloró desconsoladamente, luego, se levantó, se paró frente al espejo, puso su mano sobre su vientre y dijo: "Perdóname, he sido una irresponsable, tienes derecho a vivir, como lo han tenido tus hermanos, no sé que vaya a pasar, pero mientras pueda, estaré a tu lado para amarte, cuidarte, guiarte y protegerte".
Lucrecia tuvo que enfrentar la furia del esposo, el asombro e incomprensión de los hijos, las habladurías de la gente, pero más que nada, tuvo que enfrentarse así misma, a sus miedos, a la frustración de ver sus planes y sus sueños rotos. Pero al nacer Ximena, todo cambió, la bebé volvió a unir a la familia, incluso el esposo de Lucrecia, empezó a visitarlas y hasta cuidaba por ratos a la "hijastra".
Un día, una de las nueras se atrevió a preguntarle sobre quién era el padre de Ximena. Lucrecia, un poco turbada, le contestó: Ximena es lo más bello que me pudo haber pasado, me cambió la vida, no quiero que nadie sepa quien es el padre, solo a ti te lo diré por si algún día ella quisiera saber y yo, ya me hubiera ausentado... Su padre, es mi confesor.

Amor otoñal




Él, 78 años de edad, ella, 72.

Se conocieron en el supermercado, en el departamento de frutas y verduras... Él se agachó a recoger algunas frutas que ella accidentalmente había tirado, y desde ese momento nació una muy bella amistad.

Dos años después estaban dando la noticia a sus hijos y nietos: el próximo mes contraeremos matrimonio, será una ceremonia muy íntima, sólo estarán ustedes y los parientes más cercanos.

Los hijos de ella se opusieron rotundamente, pero ella los enfrentó y les dijo: es que no estamos pidiendo permiso, solo les estamos avisando. Nos encantaría que todos ustedes estuvieran en nuestra boda, en verdad serán bienvenidos, la decisión es de ustedes, Piénsenlo!

Todos se levantaron y se retiraron, no sin antes mencionar que ese matrimonio sería un total fracaso.

Los hijos de él, solo le dieron una palmada en el hombro y le dijeron: padre, sabes donde encontrarnos cuando nos necesites.

El día de su boda solo estuvieron un amigo de él y tres amigas de ella.

Ambos eran pensionados y además, tenían algún dinero ahorrado que les permitiría viajar dos veces al año y vivir cómodamente.

Además, ella tenía una bonita casa, la cual puso en renta y ambos decidieron vivir en el departamento de él.

Todo transcurría felizmente, solo se ponían algo melancólicos cuando recordaban a sus hijos, quienes nunca les llamaban cuando menos para saber cómo estaban.

Cada seis meses viajaban a alguna playa mexicana, y un día, recién regresaban al DF cuando él se sintió mal. Ella rápidamente llamó al servicio médico, quienes inmediatamente acudieron a su hogar, (servicio médico militar, siempre muy eficientes).

Es un problema cardiaco le dijeron los médicos a ella, y había que realizarle varios estudios para estar seguros de qué era lo que le estaba provocando ese malestar.

Por supuesto la mujer llamó a los hijos de su esposo. Al llegar al hospital, ellos le dijeron que se harían cargo de su padre, que ya podía retirarse. Pero esta vez ella les dijo con tono muy determinante: aquí yo soy la esposa y soy la responsable de todo lo que se decida hacer a su padre. Espero ustedes puedan colaborar conmigo y juntos tomemos las mejores decisiones, pero si no, solo limítense a estar con él a la hora de la visita.

Sí pasaron a ver a su padre, pero al salir la amenazaron diciéndole que si su padre moría, a ella la harían responsable de su muerte.

Más tarde llegaron los hijos de ella pretendiendo llevársela casi a la fuerza. Le exigían que dejara a ese hombre, el cual en adelante ya no serviría mas que para usarla como su enfermera.

Ella les pidió que se retiraran, y si no era para interesarse en la salud de su esposo, no volvieran.

Cuando entró a ver a su esposo, éste le dijo que sus hijos pretendían separarlos, pero solo la muerte lograría ese objetivo.

Ambos se reafirmaron su amor y en el mes de marzo el esposo fue sometido a una cirugía bastante delicada. Los médicos le recomendaron que después de recuperarse se fuera a radicar a algún lugar donde hubiera playa.

En el mes de abril, ella repentinamente se sintió mal, también era un problema cardíaco, aunque más leve que el problema de él. A principios de junio igual tuvo que entrar a quirófano, pero su recuperación fue rápida. Por supuesto, ella se negó a que dieran aviso a sus hijos. Aunque luego se enteró que su esposo sí les había comunicado lo que estaba pasando, pero con la advertencia de que ella no quería que estuvieran en el hospital.

Ambos decidieran ir a radicar a Huatulco, pero sus vecinos ponían música a un volumen muy alto, aún a media noche. De ahí se fueron a Veracruz, pero... En ese lugar, además de la música a alto volumen, sus vecinos eran muy conflictivos, de hecho, uno de ellos trató de golpear al señor cuando le pidió que por favor bajara el volumen a su música.

Pues que creen? Decidieron venir a radicar a Cd del Carmen! Les encantó nuestra isla! Pero... Los altos costos en las rentas de casas y el mal servicio de los taxis, los desencantó!

Estuvieron en Mérida y finalmente compraron su casita en Yucalpetén donde viven muy felices.

Ah, olvidaba decir que por fin los baquetones de los hijos los "perdonaron" y ahora aprovechan para pasar una buenas vacaciones... sin pagar hotel ni comida.