marzo 30, 2016
Lucrecia
Lucrecia, de 50 años de edad y 30 de casada, visitó a su médico porque sus malestares de la pre-menopausia se habían agravado, según ella. Así que el médico le mandó a realizar unos estudios de laboratorio sólo para tranquilizarla, pero... Cuál sería la sorpresa, más que nada para ella.
"Estás embarazada" le dijo el médico. Ella, casi se desvanece al escuchar aquello. "No, no, no, debe haber un error, tal vez la gente del laboratorio confundieron los exámenes, que sé yo, pero ese resultado no es mío!". Pidió que le diera otra orden para que se los realizaran en otro laboratorio, pero al auscultarla, el médico le confirmó que sí era embarazo.
Lucrecia, quedó petrificada, no entendía por qué le estaba pasando eso a ella, de pronto miró al doctor y le dijo: "no quiero tener a este hijo, tengo 50 años, no tendré la energía, ni las ganas, ni la paciencia para cuidarlo. Tú eres mi amigo y conoces mis planes... jubilarme, divorciarme y dedicarme a viajar por el mundo, que para eso he trabajado muy duro y he ahorrado hasta lograr un buen capital".
"Habla con tu esposo", le dijo el dr. "Él tiene derecho a saber lo que está sucediendo".
"Noooo, el menos que nadie lo debe saber!"
"Qué hiciste, Lucrecia?"
"Bueno, tuve una aventura sin importancia!"
"Tan sin importancia que estás embarazada", le dijo el médico.
"Tú eres mi amigo, por favor ayúdame, practícame un aborto".
-"No me pidas eso, yo me dedico a salvar vidas, no a exterminarlas".-
"No jodas, esto aún no es una vida", dijo ella.
"No dejes que tu desesperación te haga hablar como una ignorante, tú sabes que desde el momento que lo concebiste, ya era una vida", contestó él.
Esa noche, Lucrecia no pudo dormir, por la mañana llamó a su asistente y le dijo que cancelara sus actividades, ese día no iría a la oficina.
Había pedido cita con otro ginecólogo, llegó puntual y el médico en seguida la atendió.
Brevemente le comentó por lo que estaba pasando y le pidió que le practicara un aborto.
El médico le preguntó:"qué o quién es a quien usted más ama en la vida?"
"Bueno, a mis hijos, a mis nietos y a pelusa, una gatita que me regaló una de mis mejores amigas".
"Ok, quizá le suene cruel lo que le voy a pedir, pero es el precio que pondré por practicarle el aborto".
"Qué es doctor, dígame y yo lo hago con tal de deshacerme de este problema".
"Vaya y administrele este veneno a su mascota, cuando haya muerto, me trae el cuerpo y yo le practico su aborto".
"Queeeee?!! Está usted loco? Como pretende que mate yo a mi gatita?
Es muy grave lo que me está pidiendo, lo voy a denunciar!"
"Más grave es lo que pretende hacer usted, señora! Se escandaliza al saber que alguien quiere acabar con la vida de su mascota y usted quiere matar a su propio bebé".
Lucrecia, no supo qué decir, se quedó peor que cuando el otro médico dijo que estaba embarazada.
"Venga, recuéstese aquí, le haré un ultrasonido".
"Usted tiene casi 4 meses de embarazo, cómo es que no se había dado cuenta?"
"Creí que era la menopausia".
"Quiere ver a la bebé?" le preguntó el dr.
Cómo, ya pudo ver el sexo?"
Él le pidió que mirara al monitor y le empezó a mostrar a la bebé.
La cara de Lucrecia empezó a mostrar cierta emoción.
Dr: "Tiene hijas?"
Ella: "No, solo dos varones".
Dr: "Aún sigue pensando en matarla?"
Ella: "No lo diga de esa manera, se escucha horrible!"
"Pues eso es lo que hace quien se provoca un aborto, matar a su bebé". Contestó él.
Al llegar a su casa, Lucrecia aún no había decidido qué hacer, se recostó en su cama y de pronto, miró un marco donde estaban las fotos de sus nietos. Luego, miró las fotos de sus hijos y recordó cuando estuvo embarazada de cada uno de ellos, la ilusión y entusiasmo con el que los esperaba, lloró desconsoladamente, luego, se levantó, se paró frente al espejo, puso su mano sobre su vientre y dijo: "Perdóname, he sido una irresponsable, tienes derecho a vivir, como lo han tenido tus hermanos, no sé que vaya a pasar, pero mientras pueda, estaré a tu lado para amarte, cuidarte, guiarte y protegerte".
Lucrecia tuvo que enfrentar la furia del esposo, el asombro e incomprensión de los hijos, las habladurías de la gente, pero más que nada, tuvo que enfrentarse así misma, a sus miedos, a la frustración de ver sus planes y sus sueños rotos. Pero al nacer Ximena, todo cambió, la bebé volvió a unir a la familia, incluso el esposo de Lucrecia, empezó a visitarlas y hasta cuidaba por ratos a la "hijastra".
Un día, una de las nueras se atrevió a preguntarle sobre quién era el padre de Ximena. Lucrecia, un poco turbada, le contestó: Ximena es lo más bello que me pudo haber pasado, me cambió la vida, no quiero que nadie sepa quien es el padre, solo a ti te lo diré por si algún día ella quisiera saber y yo, ya me hubiera ausentado... Su padre, es mi confesor.
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